7/30/2010

¿La corrupción es racional?


En la actualidad, tanto en los medios como en la sociedad se percibe cierto aire de que el mal endémico llamado “corrupción” se ha extendido por lo largo y ancho de nuestro país. Inclusive el mal nombrado “oasis catalán” ha mostrado su verdadera cara con “el caso Millet”, “la financiación CDC”,…

Llegados pues a estos puntos quiero exponer una reflexión (por supuesto nunca propia, sino versada en la opinión de diversos expertos en el tema) sobre la corrupción como un hecho racional. Dicho sea de paso, que comprender la corrupción como una cosa racional no implica de ninguna de las maneras su práctica o su justificación.

Para llegar a comprender este análisis me gustaría que realizarán este pequeño ejercicio: Ordené de mayor a menor gravedad de la corrupción estas actividades:

- Bajarse música de Internet.

- Colarse en el metro.

- Sobornar a la autoridad para evitar una multa.

Apuesto que la gran mayoría ha seguido el orden inverso con el que hemos enunciado las actividades. Es decir, han considerado que el hecho más corrupto es sobornar a la autoridad, seguida de colarse en el metro e incluso se pregunta que hay de malo en bajarse música de Internet. Pues bien, mal me temo que lo que acaba de realizar es una reflexión racional del coste-beneficio de sus acciones. Me explico, la corrupción no es más que un cálculo racional. Dicho calculo se basa en el beneficio que yo obtengo si actúo corruptamente restado a la posibilidades de que sea descubierto y el castigo que ello implique.

Esto mismo es más o menos, lo que el señor Millet debió calcular a la hora de expoliar el Palau de la Música (unos 34 millones de €). El señor Millet sabia del cierto que era considerado una institución cultural, además de que el Palau como institución es un símbolo para Cataluña. Una de las cosas que también tenia presente es el hecho que la institución fiscalizadora del Palau tarda unos 6 años en emitir un informe, siendo también reseñable la actitud de la mayoría de diputados harían caso omiso de los informes de las entidades fiscalizadoras. El resultado, es según su calculo racional, que los costes de la corrupción eran menores que sus beneficios, por ello actuó racionalmente.

La conclusión es entonces que todos somos corruptos si los costes de ser-lo son menores que los posibles beneficios obtenidos. Dicha conclusión, es a mí entender falsa puesto que no tenemos en cuenta la moral y la ética individual. Más aún debemos contar con la permisividad de nuestro entorno y nuestra sociedad (No es lo mismo vivir en Finlandia que vivir en México).

¿Nos preguntamos como evitar la corrupción?, empecemos por sustituir el concepto “evitar” por “combatir”.

¿Cómo? Aumentando los costes de corromper y concienciando a la sociedad de que algunos comportamientos deberían ser considerados inaceptables.

¿Difícil? Mucho, pero vale la pena intentarlo.