5/26/2009

¿Y ahora qué?

Después del colapso del ladrillo, la sociedad se ha percatado de la insostenibilidad a largo plazo del modelo de crecimiento que existía, basado en actividades de muy poco valor añadido. No obstante, el nuevo modelo de crecimiento económico que se propone, con un potente pilar apoyado en el conocimiento y la innovación tecnológica, no se podrá implementar únicamente con medidas en los niveles de educación superior. No sólo se trata de formar personas que puedan llevar a cabo la tarea de desarrollo tecnológico que se propone, sino de formar personas capaces de adaptarse a los cambios que en este sector se dan continuamente. La formación necesaria para llevar a cabo este proyecto es inútil que se inicie a edades de 16-18 años. No sólo se trata de que exista un objetivo estático, sino de generar inquietudes y motivaciones en los y las estudiantes a edades tempranas para que ellos puedan decidir, en base a consideraciones extraídas de una formación dinámica (multidisciplinaria) a nivel práctico y conceptual, qué dirección tomar para su futura formación (FP, Grados Medios, Grados Superiores, etc.). A día de hoy, lamentablemente, dicha formación dinámica es sesgada y pobre, y quizá este sea uno de los puntos en los que incidir si se quiere adoptar con éxito dicho modelo.

1 comentario:

Gabriel dijo...

De hecho, uno de los puntos importantes que cabe señalar en los esfuerzos de la educación de hoy es la educación en actitudes, no solo tener en la cabeza conocimientos memorizados. La capacidad de razonar, la inteligencia formal, es uno de los puntos a trabajar en la adolescencia. Creo que los planes de estudio hoy ya tienen esta consideración pero que, como todo, requiere tiempo su aplicación, confianza en los profesionales y sobre todo un plan de trabajo integral que de forma trasversal trabaje dichos valores en todas las actividades escolares y oferta extra escolar.