9/29/2006

¿Dónde izquierda y derecha se unen?

Con su permiso Rosa, muchas gracias...

Pero ¿a qué derecha y qué izquierda nos referimos? Concretamente a aquella representada por los partidos políticos mayoritarios, ya tendremos tiempo de ocuparnos de las otras. Y ¿a qué espacio común nos referimos? A aquel en donde el consenso es la garantía de que el sistema político y económico perdure. Ocupado, además de por las reglas del juego político, de todo aquello que hace que el sistema se prolongue hasta el infinito, sin cuestionamiento ni crítica alguna.

Podríamos hacer mención del discurso con el que se legitiman unas democracias liberales, muy desarrolladas en lo económico (generando mayores desigualdades) y subdesarrolladas en lo político. Podríamos también hablar de ciertos temas proscritos del imaginario común como el de hacer menos jerárquico y centralista el poder, el de aplicarle mecanismos de control o el de asimilar las críticas de las voces disidentes.

Sin embargo, nos centraremos en aquel tema en el que groseramente se han unido y se unen tanto la derecha como la izquierda más institucionalizada. Las dos han gozado de suficiente poder en diferentes niveles de la administración para poder manifestar a la ciudadanía de qué pie calzan. Incluso en los momentos de mayor tensión entre las dos partes, la política económica ha sido tema de consenso generalizado. Es más, ha sido un tema obviado de cualquier forma de debate político. Es de destacar la complacencia del PP con el nombramiento del socialista Pedro Solbes como Ministro de Economía, lo cual, de per se ya nos hace desconfiar…

Como también nos debe hacer recelar el discurso hegemónico neoliberal promulgado por dicha izquierda y derecha. Aquel que todo lo arregla con el sector privado y con el mercado. Porque la mano invisible del mercado es un ente que funciona a la perfección, nos hacen creer. Si Adam Smith levantara la cabeza seguramente pediría que le volvieran a enterrar. Acaso existe el libre mercado cuando observamos como los países ricos establecen altos aranceles a los países pobres para que sean menos competitivos; cuando vemos que no existe competencia sino que se tiende siempre a la formación de oligopolios como ya lo manifestaba Paul Sweezy en los setenta.
Por otro lado, también es de cuestionar la eficiencia de dicho libre mercado si realmente existiera. Algunos resquicios de éste lo podemos observar en ciertos ámbitos de las economías más empobrecidas e incapaces de ser competitivas respecto a grandes multinacionales que colonizan sus territorios, explotan a sus gentes y deslocalizan su producción cuando les viene en gana.

No obstante, dicho sea de paso, la izquierda, incluso la más descafeinada, siempre había demostrado una sensibilidad especial respecto a las desigualdades y desequilibrios generados por un sistema económico capitalista. De ahí la puesta en práctica de los Estados de Bienestar (EB) y Sociales en varios países occidentales. Sin embargo, actualmente asistimos a una crisis de dichos EB y su desmantelamiento por parte, tanto de la derecha como de la izquierda con responsabilidades de gobierno. Y por la apuesta por un discurso sin contenido alguno, que no hable de las desigualdades de clase y que se ciña a gestionar lo dado, sin innovar ni inventar nuevas fórmulas para burlarse del sistema. Es por esto que ya no está de moda pedir más impuestos para caminar hacia una sociedad un poco más igualitaria. Esta nueva temporada lo que se lleva son trajes estrechos, llenos de recortes e impulsados por los impuestos directos que nos tratan a todos por igual, como si a final de mes todos cobráramos lo mismo. Calcado a la realidad ¿verdad?.

Y estos personajes que dicen representar a la izquierda asienten complacidos al proceso, olvidan los orígenes de la organización que les da sustento y asumen como algo natural las injusticias y “desajustes” del mercado. Así la vivienda, un bien de primera necesidad, sigue sin ser regulado, dejando al libre albedrío, el devenir de miles de jóvenes temporales, parados y ciudadanos mayores sin capacidad adquisitiva suficiente (si alguien la tiene) para alquilar o comprar un piso. Y así la responsabilidad social corporativa es algo que levanta simpatías, como la renta básica, pero que con un “vuelva usted mañana” levantan la sesión. Porque el día a día les devora la agenda y así no existe oposición alguna a la vorágine del sistema. Y es el día a día lo que les empeña cada vez con más fuerza a los brazos de alguien que ya no es su contrincante sino su acompañante de viaje. Y se van forjando lazos en un espacio común tan compartido que, finalmente, su supervivencia radica en que sobreviva este punto de unión entre esta derecha y esta izquierda que nos dice representar. Ja

Rosa Carbó

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Joer Rosa, te has quedado a gusto.
Como puedes decir tantas cosas en tan poco espacio?.
Yo pienso que el problema viene por aceptar el sistema capitalista como el único viable y factible. Por no preguntarse por alternativas, y por metiendo parches a una rueda que ya tiene muchos pinchazos.
Yo creo que cuanto te planteas un problema político tienes que plantearte dos soluciones: a corto plazo y a largo plazo. Muchos se olvidan el de a largo plazo.Si no recuerdo mal he llegado a oir un Ministro Socialista de Economía del gobierno de Zapatero decir algo como :la pensiones estan aseguradas para los próximos años, de aquí a 10 ya se encargará de solucionar el problema el ministro de economia que haya.
El estado de Bienestar está en crisis, la socialdemocria entendida como los equilibrios necesarios para parchear el capitalismo también. La pregunta es, existe alternativa? Hay alguien que se cuestione altenativas?????

Rosa Carbó dijo...

Concretamente la cuestión es interrogarse. Si con el artículo ya he conseguido que se habrán interrogante ya ha valido la pena realizarlo.
Esto es abrir la mente, nadie nos ha dicho que la vida sea fácil. Lo importante es empezar, a corto plazo, a cuestionarse lo incuestionable. A largo plazo es más difícil pero es mejor ir paso a paso que inventar utópías que sean irrealizables y que mantengan a la izquierda en discusiones de salón...

jsc dijo...

Bueno. Quizás esa lectura "desechista" del presente político de la izquierda democrática sea un poco exagerado. Cualquier punto de vista que tumbe de forma sistemática la posibilidad de EVOLUCIONAR hacia un sistema más justo a partir de las democracias actuales no muestra más que apego a medidas que, sin perder su vigencia, no son las únicas a considerar. Apostar por una nueva utopía que se base en los orígenes del socialismo es un ejercicio necesario al tiempo que se buscan medidas a corto/medio plazo para luchar contra la injusticia, y esto último, hace inevitable participar, en ocasiones de la realidad económica de las democracias de hoy.

La utopía dijo...

El socialismo ni puede ser entendido como algo no utópico ni como algo imposible en su cumplimiento en la realidad.
Por qué? Ni Solbes debe ser ministro de economía ni podemos renunciar al modelo socialista de la sociedad del bienestar (ojo! no he dicho socialdemócrata).
La izquierda transformadora es la que debe promulgar los valores de la igualdad real sin miedo a la derecha, nada de utopías sólo realidades concretas que nos llevarán a la utooía final donde el socialismo construirá la sociedad "libertaria" que todos soñamos.
Si no, apaga y vamonos.
La utopía